lunes, 9 de enero de 2023

Cioran, "Los hombres no han comprendido todavía que el tiempo de los entusiasmos superficiales ha terminado y que un grito de desesperación es mucho más revelador que la más sutil de las argucias..."

 Sobre la muerte (fragmento)

    Algunos problemas, una vez que profundizaron, lo aíslan en la vida, lo destrozan incluso; entonces, no hay nada que perder ni nada por ganar. La aventura espiritual o el impulso indefinido hacia las formas múltiples de la vida, la tentación de una realidad inaccesible no son más que simples manifestaciones de una sensibilidad exuberante, despojada de la seriedad que caracteriza al que aborda asuntos vertiginosos. No se trata aquí de la gravedad superficial de los que llamamos serios, sino de la tensión cuya locura exacerbada lo eleva, en cualquier momento, al plano de la eternidad. Vivir en la historia pierde entonces toda significación, pues el instante se ha sentido tan intensamente que el tiempo se borra ante la eternidad. Algunos problemas puramente formales, por más difíciles que sean, no exigen bajo ningún aspecto seriedad infinita, ya que, lejos de surgir de las profundidades de nuestro ser, son tan solo el producto de incertidumbres de la inteligencia. El único capaz de esta clase de seriedad es el pensador orgánico, en la medida en la que para él las verdades emanan de un suplicio interior más que de una especulación gratuita. El que piensa por el placer de pensar se opone al que piensa bajo el efecto de un desequilibrio vital. Me gusta el pensamiento que conserva un sabor de sangre y carne, y lo prefiero mil veces a la abstracción vacía de una reflexión nacida de un arrebato sensual o de un colapso nervioso. Los hombres no han comprendido todavía que el tiempo de los entusiasmos superficiales ha terminado y que un grito de desesperación es mucho más revelador que la más sutil de las argucias, que una lágrima siempre nace de un lugar más profundo que una sonrisa. ¿Por qué rechazamos aceptar el valor exclusivo de las verdades que están vivas, que nacen de nosotros mismos?

Emil Cioran, "Sur les cimes du désespoir". (Traducción del francés de Carolina Massola)


jueves, 25 de agosto de 2022

Un paisaje despojado

                                                                         

No creas que mi vida es un paisaje

Y si así quieres creerlo, entonces, sí

Te diré qué es un paisaje despojado:

 

Durante días, meses he buscado

Algo que me pertenezca

Un objeto donde encontrarme

Pero nada he hallado


En cada lugar que miro no estoy

Cada cosa me devuelve su indiferencia

No hay relato que se teja

Nada trae a mí una referencia

 

Los sueños también me hablan de algo

Cuando me muestran mi torso desnudo

Cuando me dejan una noche en la intemperie

 

Aún así busco en esta casa ajena

Algún objeto propio

Algo que me pertenezca

Pero no hay caso, no estoy

en cada lugar que miro

 

Sin embargo, ahí está el paisaje

Ante mí su escarpado camino

su bosque y sus claros

El silencio del andar solo trae mis pasos

La vista al fin encuentra un lugar

Un lugar me devuelve algo

 

Cuando miro el paisaje despojado

Allí me encuentro al fin

Al fin comprendo qué significa la intemperie

Qué ha sido de mí en estos meses

En los que solo he dejado

 

He dejado la casa

He dejado el abrazo

He visto toda referencia hundirse en un océano


Ahora soy cada paisaje despojado

Algo abandonado a la intemperie

Un lugar donde nunca había estado. 


                                    Carolina Massola


miércoles, 8 de junio de 2022

Baudelaire, Charles - Embriáguese

 


Embriáguese

 

Hay que estar siempre ebrio. Todo está ahí. Lo único que importa. Para no sentir la horrible carga del Tiempo que rompe la espalda  y lo inclina hacia la tierra, tiene que embriagarse sin tregua.

 

¿Pero de qué? De vino, de poesía o de virtud, como usted quiera. Pero embriáguese.

 

Y si alguna vez, en los escalones de un palacio, sobre la hierba verde de una zanja, en la soledad lúgubre de su habitación, usted se despierta y la ebriedad ya ha disminuido o desaparecido, pregunte al viento, a la ola, a la estrella, al pájaro, al reloj, a todo lo que huye, a todo lo que gime, a todo lo que rueda, a todo lo que canta, a todo lo que habla, pregunte qué hora es, y el viento, la ola, la estrella, el pájaro, el reloj le responderán: “¡Es la hora de embriagarse!” ¡Para no ser los esclavos martirizados del Tiempo, embriáguese, embriáguese sin cesar! De vino, de poesía o de virtud, como usted quiera”.

 

Baudelaire, Le Spleen de Paris, XXXIII

Versión de Carolina Massola





Enivrez-vous


Il faut être toujours ivre. Tout est là : c'est l'unique question. Pour ne pas sentir l'horrible fardeau du Temps qui brise vos épaules et vous penche vers la terre, il faut vous enivrer sans trêve.

Mais de quoi ? De vin, de poésie ou de vertu, à votre guise. Mais enivrez-vous.

Et si quelquefois, sur les marches d'un palais, sur l'herbe verte d'un fossé, dans la solitude morne de votre chambre, vous vous réveillez, l'ivresse déjà diminuée ou disparue, demandez au vent, à la vague, à l'étoile, à l'oiseau, à l'horloge, à tout ce qui fuit, à tout ce qui gémit, à tout ce qui roule, à tout ce qui chante, à tout ce qui parle, demandez quelle heure il est ; et le vent, la vague, l'étoile, l'oiseau, l'horloge, vous répondront : « Il est l'heure de s'enivrer ! Pour n'être pas les esclaves martyrisés du Temps, enivrez-vous ; enivrez-vous sans cesse ! De vin, de poésie ou de vertu, à votre guise. »

 

Baudelaire, Le Spleen de Paris, XXXIII


miércoles, 13 de junio de 2018



c’est un passage de traverse
une image tordue comme    ta parole

de visages abandonnés










miércoles, 30 de mayo de 2018




¿un infierno o  un invierno réprobo?

                                                          /
                       
                                                             ¿y por qué
                                                             sólo difieren en una letra?









lunes, 12 de febrero de 2018

El caballo de Andrei Rublev




tengo la imagen de ese caballo 
                                                 / pulverizándome los ojos